Los funcionarios y asistentes de la Santa Sede que trabajarán durante el Cónclave prestaron juramento de secreto en la tarde del lunes 5 de mayo. El rito es exigido por la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis, promulgada por el Papa Juan Pablo II el 22 de febrero de 1996.
Realizado en presencia del cardenal camarlengo, Kevin Farrell, el rito tuvo lugar en la Capilla Paulina. El objetivo es garantizar el secreto absoluto sobre todo lo relacionado con la elección del nuevo pontífice.
Además del secretario del Colegio Cardenalicio y del maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias, monseñor Diego Ravelli, estaban presentes: siete ceremonieros pontificios; el eclesiástico elegido por el cardenal que preside el Cónclave para asistirle; dos religiosos agustinos encargados de la Sacristía Pontificia; confesores en varios idiomas; médicos y enfermeros; ascensoristas del Palacio Apostólico; personal encargado del comedor y los servicios de limpieza; el personal de la Florería y los Servicios Técnicos; responsables del transporte de los electores desde la Casa Santa Marta al Palacio Apostólico; el coronel y un mayor de la Guardia Suiza Pontificia a cargo de la vigilancia cerca de la Capilla Sixtina; y el director de los Servicios de Seguridad y de Protección Civil del Estado de la Ciudad del Vaticano, junto con algunos colaboradores.
Juramento 4h1p16
“Prometo y juro observar el secreto absoluto con cualquier persona que no forme parte del Colegio de Cardenales electores, y hacerlo de forma perpetua, a menos que reciba una facultad especial otorgada expresamente por el nuevo Pontífice elegido o por sus Sucesores, en todo lo que se refiera directa o indirectamente a la votación y al escrutinio para la elección del Sumo Pontífice.”
Con este juramento, los involucrados se comprometen a mantener en secreto todo lo que se realice en la Ciudad del Vaticano durante el Cónclave, bajo pena de excomunión latae sententiae reservada a la Sede Apostólica.